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COMPAÑERA DE PISO SUMISA.

Es una historia real aunque he cambiado algunos nombres.
Me llamo Luis y hace 5 años María se vino a vivir a mi casa porque me sobraba una habitación, no nos conocíamos sólo habíamos hablado 3 o 4 veces por WhatsApp. Tenía 23 años, piel blanca, rellenita, ojos verdes, y pelo largo rubio, pero lo que más me excitaba eran sus tetas, tenía una 95C o más y siempre iba con escote.
Yo soy 9 años mayor que ella, delgado, fibrado, con ojos marrones y 19-20 cm de polla aproximadamente. No es nada del otro mundo pero no me quejo.
Ya el primer día que vino vi que era muy juguetona, a todo le intentaba dar dobles sentidos y siempre sexuales.
Todo comenzó un día que vimos una peli de miedo y yo no paraba de asustarla cuando se fue a su habitación, le hacía todo tipo de ruidos a través de la pared y me dijo que o paraba o se venía a dormir conmigo, esa noche fue la primera vez que follamos. Cuando entró en mi cama se me abrazó y yo enseguida me empalmé, me dijo que la abrazara haciendo “la cucharita” y claro notó que estaba empalmado, además que la toqué un poco la teta con la mano. Al ver que no tenía problema con eso seguí tocando y ella se empezó a contonear haciendo que su culo rozara con mi polla.
En ese momento ya no pude parar, la giré y nos empezamos a devorar, nos desnudamos y le dije que quería que me comiera la polla, la comía de una manera increíble, se la metía todo lo que podía hasta que le tocaba el fondo de la garganta y aun así seguía metiéndola un poco más, le gustaba atragantarse con ella. Después de un rato así la cogí del pelo y la dije – “quiero follarte ya” – me contestó – “sí, por favor, tengo muchas ganas de que me la metas ya”.
Entonces ella agarró mi polla y se dejó caer sobre ella lentamente, estaba muy mojada y mi polla entraba sin dificultad, empezó a cabalgarme y mientras yo le agarraba las tetas y le daba pequeños azotes en el culo, quería saber qué era lo que le gustaba. Y desde luego eso le iba porque me pidió que le diera más fuerte – “sí joder, dame más fuerte, azótame”- cada vez gemía más y me cabalgaba más rápido hasta que se corrió, se derrumbó sobre mí y se quedó suspirando intentando coger aire. Yo no quería que se quedara ahí la cosa y la voltee y nos pusimos haciendo el misionero, seguí hundiendo mi polla en su coño una y otra vez mientras con mi mano derecha iba buscando su culo, cuando lo encontré empecé a jugar con su esfínter con un dedo, primero por fuera y luego metiendo poco a poco un dedo. Cuando ya llevaba medio dedo dentro le pregunté:
• “¿Te gusta?”
• “mmm sí claro me pone mucho”
• “¿Quieres que te meta otro?”
• “Claro me encanta cómo lo haces”
• “¿Y si te meto mi polla?”
• “Bueno hace un tiempo que no tengo sexo anal, pero vale a mi me gusta”
Así que saqué mi polla de su encharcado coño y metí mis dedos en su coño para poder lubricar la entrada de su ano, luego cogí mi polla y la puse en la entrada. Poco a poco fui empujando, abriéndome paso centímetro a centímetro hasta que conseguí meter mi glande. Paré un poco para que se acostumbrara y luego seguí empujando hasta que ya por fin entró toda. La miré a lo ojos y empecé a follarla cada vez más duro, ella sólo gemía. Yo sabía que le estaba doliendo un poco pero que quería agradarme y se dejaba hacer. Al poco rato le dije que me iba a correr en su culo, que quería llenarla de leche el culo, ella sólo dijo: – “Sí por favor, lléname”.
Salí de su culo, nos lavamos y nos dormimos. Así estuvimos un tiempo, siempre que me apetecía me la follaba y siempre acababa en su culo porque no tomaba píldora y no quería dejarla embarazada.
Seguimos follando de vez en cuando hasta que un día le dije que quería atarla, ahí empezó todo a funcionar. Me dijo que sí y que le gustaba obedecer, que era muy sumisa. Después de ese día le dije que quería hacerla mi sumisa, y que quería que firmara un acuerdo para que no hubiera problemas.
Establecimos las palabras clave, lo que podía y lo que no podía hacerle, en fin todo lo necesario para desarrollar nuestra perversión sabiendo que los dos accedíamos a ello. Lo primero que hicimos fue fácil, pedimos una pizza y le dije que abriera al repartidor medio desnuda, sólo llevaba una camiseta de tirantes que le llegaba a ras del coño y que dejaba sus tetas casi al descubierto. Le dije que quería que le tocara la polla al despedirse pero no lo hizo, así que tuve que castigarla para que supiera que esto no consistía en su voluntad sino en la mía. La azoté el culo hasta que se le quedó rojo y se le saltaron las lágrimas, mientras, ella me pedía perdón y no dejaba de decir “mi Amo lo siento, no volverá a pasar”. Creo que aprendió la lección.
Cuando me la follaba no podía correrse a menos que yo le autorizara y sin duda nunca le daba permiso, por lo que la castigaba por desobedecer y ella disfrutaba con ello, le encantaba sentir que yo tenía el control y que debía obedecerme.
Así pasaron los días y el entrenamiento hacía su efecto, empecé por hacerle dedos metiendo cada vez más dedos hasta meter toda la mano, disfrutaba haciéndole fist-fucking, cuando ya el coño lo tenía bien trabajado, empecé a tratarle el culo de la misma manera hasta que metí toda mi mano haciéndola saber que su cuerpo era mío, mientras ella no para de decir: “sí mi Amo, soy toda tuya. Soy tu puta, tu zorra, y puedes hacer conmigo lo que quieras”
Al cabo de un tiempo empecé a decirle que quería que me sujetara la polla mientras meaba y que luego me la chupara para limpiarla, cosa que hacía encantada y hasta me pedía ella ir al baño conmigo para sujetarla y limpiarla. Poco después empecé a hacerle lluvias doradas mientras nos duchábamos.
Cuando ya la tenía bien educada empecé a llevar a cabo mis fantasías más perversas y dominantes, empecé a decirle que quería ver cómo seducía a amigos suyos para quedar con ellos y follar, les mandaba WhatsApp hasta que quedan y follaban. Lo que sí que tenía claro es que si yo la llamaba tenía que dejar al tío con el que estuviera y venir a casa inmediatamente para follar conmigo.
Así un día quedó con un amigo la mañana de un martes, antes de quedar con él, me la follé y me corrí en los labios de su coño para que cuando su amigo le comiera el coño se llevara el premio. Luego ella me contó cómo se lo había follado. Cómo le comió el coño, como ella le chupó la polla y hasta cómo se la folló con condón. Después de ese día mi perversión fue en aumento y una noche quedó con otro amigo y follaron en el coche, yo la llamé por teléfono porque sabía que estaba con él y quería mantener el control de la situación, ella cogió el teléfono muy agitada, luego me contó que cuando la llamé estaba con la polla del chico dentro de su coño.
A partir de entonces fue cuando verdaderamente la hice mi sumisa.
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